jueves, 17 de abril de 2008

Diario de una venganza


5 de marzo de 1999
Hace cinco años que no veo la luz del sol más allá de la pequeña abertura que, de alguna manera, ilumina la “caja” en la que me encuentro. Algunas veces respiro aire libre en el patio cuando salimos al “recreo”, por así decirlo. De todos modos acostumbro a quedarme en lo que, desde hace cinco años, se convirtió en mi habitación de alguna manera.
No me gusta la soledad pero últimamente me cuesta mucho relacionarme. Amo la libertad y recuperarla es el motivo por el que vivo. No es que quiero salir para disfrutar la vida, ya no me queda nada. No tengo nada ni nadie. La única persona que tenía, mi hermana, ya no está.
Aunque jamás voy a recuperar el tiempo perdido se que puedo hacer algo para calmar mi furia… Yo no la maté, soy inocente. Intenté explicarlo pero nadie me apoya, no hay testigos. Mi abogado dice que no pierda las esperanzas pero ya no lo puedo soportar. Mi marido lo tenía todo planeado. Un sucio y terrible plan.
Mi hermana Carolina y yo hacíamos un espectáculo juntas en gira y Gustavo, mi marido, viajaba con nosotras. Una noche estábamos los tres en Villa Carlos Paz en una habitación de hotel tomando algo y riéndonos sin parar hasta que se terminó el hielo y fui a buscar más. Volví, abrí la puerta… Carolina estaba muerta, Gustavo la había matado. Todavía no terminaba de comprender lo que había sucedido cuando la policía irrumpió en la habitación y me colocó las esposas. No entendía nada, estaba muy confundida y algo mareada por los efectos del alcohol. Tomaron mi declaración, conté lo que había pasado pero estaba muy nerviosa. Me llevaron . Mi esposo diseñó su plan a la perfección. Además de ser mi marido, era nuestro representante y nos conocía muy bien a las dos.
En el juicio argumentó que yo estaba celosa de mi hermana y que ella cantaba y bailaba mejor que yo, entre otras mentiras. La conclusión es que llevo cinco años encerrada, sin consuelo. No sólo asesinó a mi hermana sino que me metió en este lugar y se quedó con todo nuestro dinero. Espero salir pronto y cuando lo logre voy a comenzar con el plan que estuve imaginando desde hace años. Necesito que pague por todo el daño que me hizo. Mientras tanto sigo encerrada, esperando mi libertad. Todavía me cuesta creerlo, éramos tan felices…

13 de marzo de 1999
Hoy, como casi todas las noches, tuve pesadillas sobre la muerte de Carolina. La veo agonizando y rogándome que la ayude. También sueño que la abrazo y juntas acabamos con el canalla de Gustavo. Sueño con mil formas de terminar con su vida pero todavía no decidí la mejor manera. Quiero que sufra…

20 de marzo de 1999
Esta mañana me sorprendí cuando la celadora me dijo que tenía visitas. Un hombre de aspecto demacrado vino a verme. Su rostro me parecía conocido pero no lograba reconocerlo. Dijo que era amigo de mi esposo y me le tiré encima a los gritos. Cuando apareció la celadora el hombre dijo que no pasaba nada, que quería hablar conmigo pero que estaba algo nerviosa. Intenté calmarme y escuché lo que quería decirme.
Se llamaba Andrés, me recordó que lo había conocido después de una función cuando se acercó a saludarme y felicitarme por mi actuación. A continuación me explicó que quería ayudarme. Poco después de la muerte de mi hermana quedó en encontrarse en la casa con mi marido. Cuando la mucama lo dejó subir al escritorio escuchó voces y se quedó esperando en la puerta. Sin querer, escuchó que Gustavo se burlaba de mi y de cómo se había quedado con todo lo que me pertenecía. En ese momento Gustavo lo vio y lo amenazó con matar a toda su familia si decía una palabra.
Desgraciadamente para él, y afortunadamente para mí, su familia acababa de ser víctima de un accidente automovilístico. Andrés ya no tenía nada que perder.

18 de abril de 1999
Estoy en libertad y no tengo miedo. Estoy a punto de cumplir con lo que siempre soñé. Mañana concretaré mi plan.

20 de abril de 1999
Así fue, me encuentro otra vez en la “caja” gris. Maté a mi esposo, perdón: a mi ex esposo. Un poco de gas paralizante, una cuerda y ciento cincuenta puñaladas. Se hizo justicia.

25 de abril de 1999
Soy Andrés, esta madrugada me llamaron de la cárcel de Batán. Verónica ya no continuará con su diario. Ahora descansa en el cementerio municipal de Lomas de Zamora, junto a su hermana Carolina.